Reflexiones sobre la pandemia


La cuarentena comenzó, oficialmente, el 23 de marzo del 2020. Ha sido un verdadero torbellino de preocupaciones, quehaceres, incertidumbre, ideas y desafíos.  Esta situación provocada por el Covid-19, llamado también Coronavirus, ha dado un giro al modo como mirábamos al mundo, ha cambiado la forma que teníamos de apreciar lo que pasaba a nuestro alrededor. Hemos redescubierto las necesidades esenciales y revalorado empleos y actividades que, en otras ocasiones, ni siquiera volteábamos a ver.

Esto me lleva a reflexionar sobre el futuro de nuestro entorno y de nuestro país, dar algunas ideas de la manera en que estamos enfrentando esta pandemia.

No existe un referente en la historia moderna de una crisis como la actual. Todas las epidemias anteriores fueron, en su momento, desastrosas, pero lo aceptamos porque la ciencia y la medicina no estaban tan avanzadas en esos días. Sin embargo, ahora, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos, la devastación de esta epidemia es cierta. Años de avances, de mejora en la educación, de modernos sistemas automatizados y seguimos débiles ante un simple virus. Los niveles de pobreza y desempleo aumentan significativamente, lo que nos obliga a que la respuesta a este reto implique un esfuerzo que necesariamente tendrá que ser colectivo.

Porque esta pandemia no afecta a todos por igual. Y son los grupos vulnerables, como siempre, los que vivirán lo más difícil de esta trágica época.

Es momento de pensar (y es la oportunidad para hacerlo) en un modelo que ponga en el centro a las personas y a su dignidad. Es el tiempo de trabajar en modelos incluyentes e igualitarios que miren, no solo el bienestar físico, sino también la paz de las mentes y corazones. Las tragedias siempre han sacado lo mejor del ser humano. Y esta pandemia no debe ser la excepción. Cuanto más ataque el mal, más se fortalecerá la fe en el género humano.

Las organizaciones de la Sociedad Civil debemos contribuir a esta lucha, comprometiéndonos en un esfuerzo colectivo. Tenemos que replantear nuestras metas, porque las prioridades y demandas de la sociedad se han transformado. No es solo darle el pez al hambriento, es enseñarle a pescar; porque solo fortaleciendo la dignidad del individuo, este volverá a caminar con la frente en alto. Seamos Organizaciones que levanten al caído, le muestren el camino, lo acompañen por la senda y lo guíen a una vida justa y digna.

Por eso, en los próximos días, estaré en contacto con las Organizaciones de la Sociedad Civil del Estado para invitarlos a hacer un análisis de nuestras organizaciones y de la población que atendemos. Y cómo podremos colaborar desde nuestros espacios con los retos que enfrentaremos en esta pandemia.

“Esto también pasará. Un mejor tiempo vendrá y será glorioso”

 

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